Emilce Oliva.....Niños desaparecidos. "Hay dos días de máxima importancia en la vida de una persona:el día en que nace y el día en que descubre por qué". William Barclay

jueves, 28 de agosto de 2008

jueves...Estela Carlotto, presidenta de ‘Abuelas de la Plaza de Mayo’


El olvido no es posible una madre nunca va a olvidar a su hija

Ni tampoco a los 30.000 desaparecidos. Entre estos desaparecidos se halla su nieto

Se lo quitaron a mi hija después de nacer. Está con otro nombre, con otra familia. Cumplirá 26 años y está esperando a que yo le encuentre.
PISTA FIRME SOBRE EL NIETO DE ESTELA CARLOTTO
Con la esperanza intacta

La jueza Servini de Cubría ordenó una prueba de ADN para confirmar su firme sospecha de que un militar de alto rango es el apropiador del nieto de la presidenta de Abuelas.

Dato: Una mujer le confirmó a Estela Carlotto que Laura había tenido un bebé en cautiverio, y que le había puesto Guido de nombre.

Parto: Laura estuvo cinco horas con Guido en el Hospital Militar. Había dado a luz esposada. Después la adormecieron y la regresaron al campo de concentración.

A Estela Carlotto le devolvieron en 1977 el cuerpo de su hija.
Supo que había tenido un varón, y lo busca desde ese momento.

Por Martín Granovsky

Sería el chico restituido número 61. Y, esta vez, sería su propio nieto. Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, fue informada ayer por María Romilda Servini de Cubría de que la Justicia conminó a un militar de alto rango a que aceptara realizar una prueba de identidad. La jueza sospecha que el militar es el apropiador de un hijo de desaparecidos, y que podría tratarse de quien recibió al hijo de Laura Carlotto, secuestrada en 1977 con un embarazo de dos meses. Ese es el resultado al que apunta la investigación, que ahora la prueba de ADN debe confirmar.
Estela Carlotto se enteró de la novedad ayer, cuando visitó a Servini de Cubría para saber cómo estaba su denuncia.
El militar sospechado revistaría en el Ejército y sería de un rango no inferior al de coronel. Podría ser el mismo que trasladó a Laura del campo de concentración al Hospital Militar para que tuviera a su hijo. Si el ADN confirma que el chico es el nieto de los Carlotto, el oficial quedará como el autor de un caso de apropiación en el que el apropiador no sólo cambió la identidad de un chico sino que lo hizo para quedarse él mismo con el bebé.
El caso de Laura Carlotto está relacionado con La Noche de los Lápices.
Claudia Carlotto, otra hija de Estela, estaba casada con Jorge Falcone. En 1977 desapareció la hermana de Jorge, María Laura Falcone, una de las estudiantes secuestradas por su militancia secundaria. Fue entonces cuando los Carlotto decidieron tomar precauciones especiales. La Plata había sido una de las ciudades más castigadas por la represión inorgánica de las Tres A y la Concentración Nacional Universitaria, y era a principios de la dictadura uno de los blancos preferidos de la represión científica de las Fuerzas Armadas.
–¿Por qué no te vas de acá y del país? –cuenta Estela Carlotto que le preguntaba a su hija.
–No me voy a ir de este país, y además no soy tan importante para que me busquen –contestaba Laura.
–Pero te van a matar.
–No quiero morir. Una de las cosas más lindas que hay es vivir. Yo quiero vivir, vivir bien y hacer que los demás puedan vivir bien. Pero si me llegara a pasar algo, mi muerte y las muertes de todos no serán en vano.
–Que Dios te proteja –pedía Estela.
El 1 de agosto de 1977 Laura, que militaba en la Juventud Universitaria Peronista, resolvió mudarse a la casa de unos amigos y Guido, el marido de Estela, le prestó la camioneta de su fábrica de pinturas para llevar las cosas. Guido y Estela comenzaron a sospechar cuando los chicos no devolvieron la camioneta a la hora programada. Guido fue hasta la casa de los amigos de Laura. Tampoco volvió. Entonces fue también Estela. Sólo encontró un grupo saqueando una casa que alguien había dejado abierta. Estela dejó su casa antes de que el Ejército fuera a buscarla. Una amiga le ofreció un contacto. Alguien de la vieja represión, un fascista vecino de La Plata que podía hacer de nexo con la nueva cacería de opositores: Patricio Errecalde Pueyrredón. Estela puso cuarenta millones de pesos de 1977 y, 25 días después, Guido apareció. Lo habían mantenido secuestrado en la División Cuatrerismo de la Policía Bonaerense, en las calles 55 y 14 de La Plata, lo habían torturado y le habían negado los remedios que necesita un diabético. Estela supo entonces que un grupo de chicos colaboró con la represión entregando a otros chicos y, en este caso, a un padre, y supo también que esos chicos fueron asesinados.
Durante el secuestro de su esposo, Estela apeló a todos sus contactos para encontrar a Guido y a Laura. Incluso se entrevistó con el general Reinaldo Benito Antonio Bignone, que después sería el último presidente dela dictadura y en ese momento integraba el staff íntimo del presidente Jorge Videla. Estela vio dos veces a Bignone. La segunda, cuando su esposo ya había aparecido.
En Botín de guerra, el libro sobre los secuestros de chicos escrito por Julio Nosiglia que Página/12 acaba de reeditar junto con Abuelas y las Universidades de Quilmes y La Plata, figura la conversación de Estela Carlotto y Bignone cuando ella le planteó que, por lo menos, pusieran a su hija a disposición del Poder Ejecutivo.
–Pero señora, eso es imposible –le dijo Bignone–. Hace poco estuve en el Uruguay y visité las cárceles donde están los Tupamaros, y allí los Tupamaros se han fortificado aún más en sus ideas y hasta han convencido a algunos guardiacárceles, a tal punto que hay que estar rotándolos periódicamente, para que sus contactos con los presos no sean prolongados. Nosotros acá, en la Argentina, no queremos que nos pase esto. Y entonces hay que hacerlo.
Estela sabía, por el relato de su marido, que mataban a los prisioneros. Se convenció de que Bignone le estaba diciendo que su hija estaba muerta.
–Si ya la mataron, lo que quiero es que me devuelvan el cuerpo, porque quiero enterrarla cristianamente, no quiero volverme loca como esas madres que buscan en las tumbas NN a sus hijos desaparecidos.
Una vecina, que había sido secuestrada, contó a Estela que había visto a su hija embarazada de seis meses y medio.
Después, el 25 de agosto, avisaron de la comisaría de Isidro Casanova que Laura había muerto. La enterraron.
Después, otra mujer les confirmó que había tenido un hijo, y que le había puesto Guido de nombre.
Durante años de reconstrucción, Estela Carlotto fue armando la verdad sobre la historia del secuestro de su hija y el destino de su nieto Guido. Supo que el parto había sido en el Hospital Militar.
Que un militar trasladó a su hija del campo de concentración de La Cacha al hospital.
Que un conscripto podía ser útil para esclarecer el caso.
Que el soldado sabía que un militar de alto rango ya había inscripto al chico como propio.
Que su hija dio a luz esposada.
Que Laura pudo estar sólo cinco horas con su hijito.

Que después la adormecieron y la llevaron de regreso al campo de concentración, antes de asesinarla, disfrazar la muerte como un enfrentamiento con un retén militar y devolver el cuerpo.
Que el soldado vio, y lo declaró luego a la Justicia, cómo un oficial entraba a la habitación y se llevaba al bebé.
Un capítulo de la historia que, quizás, esté por terminar.

jueves..

El olvido no es posible; una madre nunca va a olvidar a su hija ni tampoco a los 30.000 desaparecidos. Entre estos desaparecidos se halla su nieto: «Se lo quitaron a mi hija después de nacer. Está con otro nombre, con otra familia. Cumplirá 26 años y está esperando a que yo le encuentre.
PISTA FIRME SOBRE EL NIETO DE ESTELA CARLOTTO
Con la esperanza intacta

La jueza Servini de Cubría ordenó una prueba de ADN para confirmar su firme sospecha de que un militar de alto rango es el apropiador del nieto de la presidenta de Abuelas.

Dato: Una mujer le confirmó a Estela Carlotto que Laura había tenido un bebé en cautiverio, y que le había puesto Guido de nombre.

Parto: Laura estuvo cinco horas con Guido en el Hospital Militar. Había dado a luz esposada. Después la adormecieron y la regresaron al campo de concentración.

A Estela Carlotto le devolvieron en 1977 el cuerpo de su hija.
Supo que había tenido un varón, y lo busca desde ese momento.



Por Martín Granovsky

Sería el chico restituido número 61. Y, esta vez, sería su propio nieto. Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, fue informada ayer por María Romilda Servini de Cubría de que la Justicia conminó a un militar de alto rango a que aceptara realizar una prueba de identidad. La jueza sospecha que el militar es el apropiador de un hijo de desaparecidos, y que podría tratarse de quien recibió al hijo de Laura Carlotto, secuestrada en 1977 con un embarazo de dos meses. Ese es el resultado al que apunta la investigación, que ahora la prueba de ADN debe confirmar.
Estela Carlotto se enteró de la novedad ayer, cuando visitó a Servini de Cubría para saber cómo estaba su denuncia.
El militar sospechado revistaría en el Ejército y sería de un rango no inferior al de coronel. Podría ser el mismo que trasladó a Laura del campo de concentración al Hospital Militar para que tuviera a su hijo. Si el ADN confirma que el chico es el nieto de los Carlotto, el oficial quedará como el autor de un caso de apropiación en el que el apropiador no sólo cambió la identidad de un chico sino que lo hizo para quedarse él mismo con el bebé.
El caso de Laura Carlotto está relacionado con La Noche de los Lápices.
Claudia Carlotto, otra hija de Estela, estaba casada con Jorge Falcone. En 1977 desapareció la hermana de Jorge, María Laura Falcone, una de las estudiantes secuestradas por su militancia secundaria. Fue entonces cuando los Carlotto decidieron tomar precauciones especiales. La Plata había sido una de las ciudades más castigadas por la represión inorgánica de las Tres A y la Concentración Nacional Universitaria, y era a principios de la dictadura uno de los blancos preferidos de la represión científica de las Fuerzas Armadas.
–¿Por qué no te vas de acá y del país? –cuenta Estela Carlotto que le preguntaba a su hija.
–No me voy a ir de este país, y además no soy tan importante para que me busquen –contestaba Laura.
–Pero te van a matar.
–No quiero morir. Una de las cosas más lindas que hay es vivir. Yo quiero vivir, vivir bien y hacer que los demás puedan vivir bien. Pero si me llegara a pasar algo, mi muerte y las muertes de todos no serán en vano.
–Que Dios te proteja –pedía Estela.
El 1 de agosto de 1977 Laura, que militaba en la Juventud Universitaria Peronista, resolvió mudarse a la casa de unos amigos y Guido, el marido de Estela, le prestó la camioneta de su fábrica de pinturas para llevar las cosas. Guido y Estela comenzaron a sospechar cuando los chicos no devolvieron la camioneta a la hora programada. Guido fue hasta la casa de los amigos de Laura. Tampoco volvió. Entonces fue también Estela. Sólo encontró un grupo saqueando una casa que alguien había dejado abierta. Estela dejó su casa antes de que el Ejército fuera a buscarla. Una amiga le ofreció un contacto. Alguien de la vieja represión, un fascista vecino de La Plata que podía hacer de nexo con la nueva cacería de opositores: Patricio Errecalde Pueyrredón. Estela puso cuarenta millones de pesos de 1977 y, 25 días después, Guido apareció. Lo habían mantenido secuestrado en la División Cuatrerismo de la Policía Bonaerense, en las calles 55 y 14 de La Plata, lo habían torturado y le habían negado los remedios que necesita un diabético. Estela supo entonces que un grupo de chicos colaboró con la represión entregando a otros chicos y, en este caso, a un padre, y supo también que esos chicos fueron asesinados.
Durante el secuestro de su esposo, Estela apeló a todos sus contactos para encontrar a Guido y a Laura. Incluso se entrevistó con el general Reinaldo Benito Antonio Bignone, que después sería el último presidente dela dictadura y en ese momento integraba el staff íntimo del presidente Jorge Videla. Estela vio dos veces a Bignone. La segunda, cuando su esposo ya había aparecido.
En Botín de guerra, el libro sobre los secuestros de chicos escrito por Julio Nosiglia que Página/12 acaba de reeditar junto con Abuelas y las Universidades de Quilmes y La Plata, figura la conversación de Estela Carlotto y Bignone cuando ella le planteó que, por lo menos, pusieran a su hija a disposición del Poder Ejecutivo.
–Pero señora, eso es imposible –le dijo Bignone–. Hace poco estuve en el Uruguay y visité las cárceles donde están los Tupamaros, y allí los Tupamaros se han fortificado aún más en sus ideas y hasta han convencido a algunos guardiacárceles, a tal punto que hay que estar rotándolos periódicamente, para que sus contactos con los presos no sean prolongados. Nosotros acá, en la Argentina, no queremos que nos pase esto. Y entonces hay que hacerlo.
Estela sabía, por el relato de su marido, que mataban a los prisioneros. Se convenció de que Bignone le estaba diciendo que su hija estaba muerta.
–Si ya la mataron, lo que quiero es que me devuelvan el cuerpo, porque quiero enterrarla cristianamente, no quiero volverme loca como esas madres que buscan en las tumbas NN a sus hijos desaparecidos.
Una vecina, que había sido secuestrada, contó a Estela que había visto a su hija embarazada de seis meses y medio.
Después, el 25 de agosto, avisaron de la comisaría de Isidro Casanova que Laura había muerto. La enterraron.
Después, otra mujer les confirmó que había tenido un hijo, y que le había puesto Guido de nombre.
Durante años de reconstrucción, Estela Carlotto fue armando la verdad sobre la historia del secuestro de su hija y el destino de su nieto Guido. Supo que el parto había sido en el Hospital Militar.
Que un militar trasladó a su hija del campo de concentración de La Cacha al hospital.
Que un conscripto podía ser útil para esclarecer el caso.
Que el soldado sabía que un militar de alto rango ya había inscripto al chico como propio.
Que su hija dio a luz esposada.
Que Laura pudo estar sólo cinco horas con su hijito.
Que después la adormecieron y la llevaron de regreso al campo de concentración, antes de asesinarla, disfrazar la muerte como un enfrentamiento con un retén militar y devolver el cuerpo.
Que el soldado vio, y lo declaró luego a la Justicia, cómo un oficial entraba a la habitación y se llevaba al bebé.
Un capítulo de la historia que, quizás, esté por terminar.

JUEVES...Por la verdad y la justicia

Los Militares en la Argentina: de su costumbre golpista hasta el genocidio de 1976

Los militares son hijos de puta y genocidas!!sino diria que los universitarios son todos revolucionarios y lo unico que querian era estrudiar para ser profecionales



MILES DE ANGELES CAIAN DESDE EL CIELO AL MAR!!!!!!
Todo comenzó a la una de la madrugada del 24 de marzo de 1976 cuando el general José Rogelio Villarreal le dijo a Isabel Martínez de Perón: “Señora, las fuerzas armadas han decidido tomar el control político del país, y usted queda arrestada”. El día Nacional de la Memoria por la Verdad y la justicia es la fecha en la que se conmemora en la Argentina a las víctimas políticas de la autoproclamado Proceso de Reorganización Nacional.


30.000 desaparecidos fueron los que hubo durante el proceso, según organismos de derechos humanos, según Conadep, la mayoría eran jóvenes menores de 35 años, obreros y estudiantes.
62 % de los desaparecidos fueron detenidos en sus domicilios particulares ante testigos presenciales.
70 % de los desaparecidos eran varones
30 % mujeres, el 3 % de ellas estaban embarazadas
62 % desaparecieron de noche
32 % a la luz del día
Historia de Abuelas.
El 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas usurparon el gobierno constitucional en la República Argentina por medio de un golpe de estado. Desde ese momento, el régimen militar, que se autodenominó "Proceso de Reorganización Nacional", llevó adelante una política de terror. La "desaparición", forma predominante a través de la cual ejerció la represión política, afectó a 30.000 personas de todas las edades y condiciones sociales que fueron sometidas a la privación de su libertad y a la tortura, y entre ellas a centenares de criaturas secuestradas con sus padres o nacidas en los centros clandestinos de detención a donde fueron conducidas las jóvenes embarazadas.
La cantidad de secuestros de niños y de jóvenes embarazadas, el funcionamiento de maternidades clandestinas (Campo de Mayo, Escuela de Mecánica de la Armada, Pozo de Banfield, etc.), la existencia de listas de familias de militares en "espera" de un nacimiento en esos centros clandestinos y las declaraciones de los mismos militares demuestran la existencia de un plan preconcebido no sólo de secuestro de adultos sino también un plan sistemático de apropiación de niños.
Los niños robados como "botín de guerra" fueron inscriptos como hijos propios por los miembros de las fuerzas de represión, dejados en cualquier lugar, vendidos o abandonados en institutos como seres sin nombre N.N. De esa manera los hicieron desaparecer al anular su identidad, privándolos de vivir con su legítima familia, de todos sus derechos y de su libertad.
La Asociación Civil Abuelas de Plaza de Mayo somos una organización no-gubernamental que tiene como finalidad localizar y restituir a sus legítimas familias todos los niños secuestrados desaparecidos por la represión política, y crear las condiciones para que nunca más se repita tan terrible violación de los derechos de los niños, exigiendo castigo a todos los responsables.
Nada ni nadie nos detuvo para buscar a los hijos de nuestros hijos. Tareas detectivescas se alternaban con diarias visitas a los Juzgados de Menores, Orfelinatos, Casa Cunas, a la vez que investigábamos las adopciones de la época. También recibíamos -y seguimos recibiendo- las denuncias que el pueblo argentino nos hace llegar, como una manera de colaborar en la tarea de ubicación de los pequeños. Este es el resultado de nuestra tarea de concientización de la comunidad.
Con el fin de localizar los niños desaparecidos Abuelas de Plaza de Mayo trabajamos en cuatro niveles: denuncias y reclamos ante las autoridades gubernamentales, nacionales e internacionales, presentaciones ante la Justicia, solicitudes de colaboración dirigida al pueblo en general y pesquisas o investigaciones personales. En años de dramática búsqueda sin pausas logramos localizar a 77 niños desaparecidos






Abuelas de Plaza de Mayo recuperan dos nietos robados en dictadura argentina(JUNIO 2008)


Recordar es volvera vivir, y vivir aquello es algo que nadie quiere, y esta vez es recordar para no volver a vivir, para evitar una tragedia de la misma magnitud y para que los pueblos se levanten en favor de la paz y de la justicia, ¡que vivan por siempre las mujeres llenas de valor!
Se trata de la hija de María Teresa Trotta y Roberto Castelli y del hijo de la ciudadana mexicana María Lourdes Martínez Aranda y Francisco Goya, secuestrados en distintos operativos en 1977 y 1980, respectivamente, indicó la titular de la entidad, Estela Carlotto, en conferencia de prensa.Carlotto destacó el denodado esfuerzo de una hermana y un hermano de cada uno de los nietos recuperados, que no cesaron en su búsqueda y su lucha como integrantes de la agrupación HIJOS (de desaparecidos)."Por un lado siento una sensación similar a la que sentí cuando nació mi hijo. Por primera vez en la vida me siento plena. Dediqué mi vida a esta tarea porque es lo que más quería en el mundo", dijo emocionada Verónica Castelli Trotta, hermana de una de los dos nietas recuperadas.La joven mujer defendió el derecho a la identidad que tienen los hijos de desaparecidos robados durante el régimen militar."Hay familias que los están esperando. Tienen un lugar que los espera. Nosotros respetamos y entendemos sus tiempos. Esto nos llena de esperanza a todos", destacó.Los militantes de la organización guerrillera Montoneros María Teresa Trotta y Roberto Castelli fueron secuestrados en febrero de 1977. En 1974 había nacido su primera hija Verónica y su segunda hija en el Hospital Militar de Campo de Mayo, enclavado en uno de los principales centros de concentración del régimen militar.Después de años de lucha, Verónica supo el viernes pasado que su hermana había sido dada en adopción a través del Movimiento Familiar Cristiano que entregada niños sin investigar el paradero de su familia durante la dictadura, según el comunicado de Abuelas.María Lourdes Martínez Aranda y Francisco Goya se conocieron en México durante el exilio del militante peronista. En 1979 la pareja se fue a España y en julio de ese año nació su hijo Jorge Guillermo. Tras regresar a Argentina, el matrimonio y el niño fueron secuestrados en Mendoza (oeste) en 1980.La investigación de las Abuelas e HIJOS sobre este caso tomó fuerza luego de la denuncia de un arrepentido que reveló datos sobre el paradero del joven, que este lunes conoció su verdadera identidad.Centenares de mujeres embarazadas que fueron detenidas durante el terrorismo de Estado dieron a luz en maternidades clandestinas, y los bebés les fueron arrebatados para ser apropiados por represores o sus cómplices.Abuelas de Plaza de Mayo estima que 500 bebés nacieron en cautiverio, de los cuales fueron recuperados 92 desde que iniciaron su tarea de búsqueda en 1977, en plena dictadura.
La dictadura asesinó a sacerdotes y contó con el silencio de jerarcas católicos
La alta cúpula de la Iglesia católica argentina no actuó para exigir justicia en el caso de varios sacerdotes palotinos asesinados durante la pasada dictadura militar (1976-1983) a pesar que sabía quiénes eran los responsables, aunque ahora haya una idea de canonizar a esos religiosos.
Los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly, Pedro Duffau, y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti, fueron encontrados tendidos boca abajo y acribillados en la Iglesia de San Patricio en un barrio residencial, donde vivían muchos militares, el 4 de julio de 1976, cuando debía celebrarse la primera misa de esa mañana.